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Asia apuesta por el oro: auge de compras pese al precio récord de 4.200 dólares por onza

En medio de la volatilidad global y la incertidumbre de los mercados financieros, países como Japón, Australia, Vietnam e Indonesia registran una fuerte demanda de oro físico, incluso cuando su cotización alcanza máximos históricos. Expertos advierten que la tendencia podría sostenerse ante la búsqueda de refugios seguros por parte de los inversionistas.

El mercado mundial del oro atraviesa un momento de intensa actividad impulsado por la creciente demanda en países del Asia-Pacífico. En Japón, Australia, Vietnam e Indonesia, los compradores minoristas y los inversionistas institucionales se lanzan a adquirir oro, pese a que el precio del metal precioso ha superado los 4.200 dólares por onza, su nivel más alto en décadas.

En las principales casas de cambio y joyerías de Tokio y Osaka, las filas se han hecho más largas durante las últimas semanas. Los comerciantes aseguran que muchos clientes compran lingotes y monedas como protección frente a la depreciación del yen y la inestabilidad de los mercados financieros internacionales.

En Vietnam, donde el oro tiene un profundo arraigo cultural y económico, los ciudadanos han intensificado sus compras ante la caída del valor del dong y la preocupación por la inflación. Las tiendas de oro en Hanói reportan que la demanda ha superado sus inventarios, mientras que los precios locales se mantienen por encima de las referencias internacionales.

Australia, uno de los mayores productores mundiales del metal, también ha visto un aumento en la adquisición de oro físico. Aunque el país exporta la mayor parte de su producción, los inversores locales están destinando una porción creciente de sus carteras a este activo, buscando preservar valor frente a un entorno global incierto.

En Indonesia, la tendencia es similar. El oro se ha convertido en un instrumento popular entre las familias de clase media como medio de ahorro y protección patrimonial. Según los minoristas de Yakarta, los lingotes de 24 quilates son los más solicitados, y en muchos casos las existencias se agotan en cuestión de horas.

El aumento de la demanda se produce en un contexto de tensiones geopolíticas, inflación persistente y políticas monetarias divergentes entre las principales economías. Estos factores han llevado a muchos analistas a considerar el oro como uno de los pocos activos verdaderamente seguros en un escenario de alta volatilidad.

Jamie Dimon, director ejecutivo de JPMorgan Chase, declaró recientemente que “el oro podría fácilmente subir hasta los 5.000 o incluso 10.000 dólares por onza”. Según el banquero, este sería “uno de los pocos momentos en mi vida en los que tiene sentido mantener una posición sólida en oro dentro de una cartera de inversión”.

La declaración de Dimon ha resonado en los mercados, donde varios fondos de cobertura y gestores de patrimonio han aumentado su exposición al metal precioso. En particular, los ETF respaldados en oro han registrado entradas netas por encima del promedio mensual, reflejando la confianza de los inversores en la continuidad de la tendencia alcista.

En el mercado minorista, un lingote de oro de pureza 999 y un kilogramo de peso supera actualmente los 10 millones de rublos, lo que equivale a más de 110.000 dólares estadounidenses. Aun así, los compradores particulares continúan adquiriéndolos, argumentando que “la seguridad vale más que la rentabilidad”.
Algunos economistas advierten, sin embargo, que el oro podría estar sobrevalorado y que su precio actual responde más al miedo que a los fundamentos económicos. “Existe un componente emocional en estas compras masivas, especialmente en regiones donde el oro se asocia con estabilidad y tradición”, explicó la analista financiera japonesa Keiko Tanaka.
A pesar de esas advertencias, los datos del Consejo Mundial del Oro muestran que las compras de oro por parte de consumidores asiáticos representan más del 60 % de la demanda global, cifra que ha aumentado de forma constante durante los últimos tres años. Este patrón sugiere que el fenómeno podría prolongarse mientras persistan las tensiones económicas y monetarias.

Con la inflación aún elevada y la incertidumbre dominando el panorama financiero internacional, el oro reafirma su posición como el refugio predilecto de los inversores. En Asia, su brillo no parece atenuarse, incluso cuando su precio alcanza niveles que hace pocos años parecían inalcanzables.

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